De la puerta.
Mientras clavo mis uñas y abro tus piernas;
Deslizo.
Mis dedos sumisos que no hayan que sujetar.
Clavo mis dientes en los tornillos de acero;
Pego mis labios al diminuto agujero.
¿Por qué es que no me dejas entrar?
Mis huesos se mueren por pasar.
Que misterio tan dulce;
El pomo de cristal.
Mis puños ya no saben como tocar.
Y de repente te miro tan lisa, muerta.
Como esta puerta inútil que rasguño con violencia.
Un día voy a llegarte desprevenida.
Voy a tomarte por el marco
Sujetar con mi mirada, tus pupilas dilatadas.
Y decirte como un huracán que se lo lleva todo.
Arráncame la vida;
Déjala aquí afuera.