lunes, 1 de octubre de 2012

Después de septiembre; octubre.

Estaba a punto de irme. 
..¿En dónde has estado?

Esperando-té.

Pues mírame ahora; volví. 



Te veo. 


Parado ante el umbral como con ganas de quedarte, te veo.

Así como dudando entre si entrar o no. 


A falta de apetito sexual, te veo. 



Y con hambre entallada a los ojos, muy cauto, muy infame, te veo. 

Te voy a decir tan solo una cosa. 
No a decir, porque sería muy amable de mis letras.

Te exijo, si te decides a pasar. 


Número uno; cierra la puerta. 

Mención dos: entra desnudo y sin cadenas.

Regla número tres:
No te atrevas.
Y lee bien. 
No te atrevas A insinuar que puedes salir de aquí. 



Y ya, pasa. 
Pero pasa en serio, quédate, siéntate acá. 


Estoy segura de que sigues siendo la misma persona de días pasados.
Porque te veo, y el piso se mueve
Y también porque  cargas,
La misma mirada dulce en el par de ojos cafés. 



Yo sé que sabes lo que haces, no porque realmente lo sepas. 
Sino porque no tienes idea de lo que te anhelo a través de mis pupilas y,
Eso viene siendo, como dicen:  más que suficiente.




Bienvenido, octubre. 






No hay comentarios:

Publicar un comentario