Fueron las cinco y treinta y cuatro.
Y el sol se apagaba.
Prófugo, fúrico.
La piel de repente, se desgarraba.
El placer salió corriendo.
A las cinco y cuarenta y dos,
El sol ya no existía.
Las risas del mediodía se quedaron en después.
Se hicieron como las seis.
El pasaje era tormenta, en la persiana americana.
La música era el ambiente,
Y lo desesperada que yo estaba cuando todo sucedió.
--"Yo no sabía que usted podía moverse así, señorita".--
Recuerdo que eso dijo, cuando todo cayo al piso
Y el cigarro se apagó.
Carajo.
Somos tan inalcanzables juntas, que separadas no tenemos sentido.
Y al tiempo.
A ese viejo amigo
Dejo de importarle lo que hacemos cuando nos mezclamos.
Y que,
Tarde o temprano.
Tendremos que pararle al reloj
Desconectarlo.
O mejor aún:
Acostumbrarnos.
Se hicieron las seis y cincuenta y nueve.
Y por lo que quede en nuestro reloj..
. Siempre habrá otro paso en el duelo,
de nuestras vidas.
Zoom.
11: y curentaysiete.
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